-Ha llegado temprano, no ha dado en punto.- Le dijo la chica.
-No todo el mundo es perfecto, además no tengo reloj. Tienes suerte de estar aquí al menos.
-¿Suerte?
-Te tengo que contar muchas cosas. Ser espía del bando malo no es fácil.
La chica asintió y enarcó las cejas, preguntándole que había pasado con la mirada.
-Teresa, eres un caso. He tenido una reunión. Con ellos. Estaban haciendo planes para entrar al Ministerio y robar los planos de esa cosa extraña que da vueltas, ese invento de Alfreth... Atacarán a la tarde, a las cuatro en punto. Vendrán unos cincuenta. Quieren matar a nuestro Ministro... Pero eso no es todo, también te quieren a ti...- El chico bajó la mirada.- Dicen que tengo que estar presente sí o sí.
Teresa intentó mantener la calma. Intentó aclarar sus ideas y preguntas. ¿Para que la querían a ella? ¿Por qué querían atacar el Ministerio y matar el Ministro? No encajaba con nada, y menos con lo que dijo su hermana. Sam... Él era su único hermano... Ahora solo lo tenía a él.
-Sí. Eso mismo te quería decir, ella está con ellos. No te puedes fiar.
-¿Y para qué me quieren a mí?
-No lo sé. Eso es una cosa secreta de él.
-Pues está todo muy difícil.
-Tenemos que huir...
-¿¡Qué?! ¡No podemos! ¿¡Mi hermana qué?! ¡¿no importa?! ¡También es una persona!
-Pero es la única solución. Además estamos en bandos diferentes. Ella esta en el malo. Nosotros no.
-Habla por ti...- Teresa lo miró, y supo que se había equivocado al decir eso.- Lo siento... Pero es que no puedo dejarla ahí. Tienes que entender que aún es mi hermana. Es la única familia que me queda. No la puedo perder de una manera tan tonta.
De pronto se escuchó un ruido, y Teresa y Sam se asustaron. Ella se levantó de golpe, y él sacó una pequeña espada de su cinturón.
-Tenemos que irnos.- Dijo Teresa.
Sam asintió. Se puso otra vez la espada en el cinturón, y en el lugar que estaban, volvió a aparecer el remolino de luces color azul cielo. Estaba frío.
-Mierda.- Dijo Sam.- ¡Corre!
-¿Qué pasa?- Gritó Teresa mientras corrían hacia un taxi.
-Adivina quién nos sigue. Medio grupo. Son ellos. Te han encontrado.
Subieron a un taxi.
-¡Al Hotel Grefyn! ¡Todo recto!- dijo Sam
-¿Como nos han encontrado? Dijiste que no salía en los mapas. Allí no nos podían encontrar.
-¡No lo sé! Teresa, no lo sé. Y ahora lo único en lo que pienso es encontrar un lugar para escondernos. Nos encontraran en cualquier sitio...
-Sam tranquilízate. ¿Por qué no hacemos lo que has dicho antes? Huyamos. Hacemos servir eso azul.
Por la ventana derecha se vió como un hombre corría al lado del taxi y gritaba su nombre: "¡Teresa!"
-Vale.- Dijo Sam.- Cuenta hasta tres mentalmente.
1... 2... Y entonces se rompió la ventana del taxi. Y habían desaparecido.
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