Cuentan
que el Salón de Bourvardia —conocido por su extracción de curas medicinales que los científicos eran incapaces de explicar— fue enterrado después de la Primera Guerra
Mundial, bajo el polvo, el dolor y la destrucción. Bajo todo aquello que
antes daba vida. No era de esperar que los murmullos, los marujeos y las pequeñas leyendas que se hicieron con motivo al Salón fueron los cimientos que definitivamente lo sepultaron.
Pero solo fue ocultado de los ojos incultos y de las mentes indolentes;
no desapareció. No obstante aprovechó la oportunidad para irse a otro
lugar y dejarse crecer.
El Salón de
Bourvardia crecía solo, era un Salón como el que nadie podría imaginar.
El suelo principal, del cual se sostenían los maderos que aguantaban
jardines enteros, era tierra húmeda adornada con flores y hierbajos
hermosos. Hojas largas que crecían desde las raíces e intentaban atrapar
la humedad con su bello, flores del color de los ojos de Sofía —una mezcla entre cielo despejado y cielo nocturno—, rosas amarillas, naranjas, con pinchos, sin ellos...
En el suelo principal también vivía un árbol cuyos años crecían como si
intentaras atrapar el último número existente con la mente. De su
tronco tosco se caían las cortezas viejas para dar paso a las jóvenes.
Sus ramas crecían y se retorcían como serpientes felices, y las hojas
caían alegres, verdes y brillantes, iluminadas por una luz dorada que
procedía de un cielo azul falaz.
En una pared había una cristalera que trepaba el Salón y lo rociaba con
relumbres granates, cetrinos y azules. En otras paredes aparecían puertas y ventanas decoradas de hiedra y flores que nacían de entre las
piedras claras. Y otra pared que se alejaba y crecía hacía arriba, con
una escalera que le hacía compañía y unos balcones con verjas doradas
que servían de diversión para los bejucos.
No hay que olvidarse de mencionar la luz que aquel lugar desprendía.
Las flores, las hojas, los árboles...; parecían bañados en polvo de
hadas.
¿Y que para qué servía ese Salón? Era la entrada a una perspectiva del mundo diferente.
Excelente
ResponderEliminar