Pandora s.XXI

 Así como aquel que no conoce las historias se cae en el pantano tibio de la incertidumbre, las hojas de otoño caen prorrumpiendo la llana superficie del agua como los pensamientos que ya no nos sirven han de morir hundiéndose, como la negrura de la luna nueva. La consciencia llena se humedecerá, la menguante se adentrará en el agua, y la creciente saldrá a explorar que otras hojas pueden crecer. 

Ya lo dijeron los dioses del Olimpo al crear los humanos del barro, 
que éstos tienen los sentimientos como perdición, 
como suciedad, pero también como oportunidad. 
Pasaron los siglos pero no aprendió nada la perdida humanidad, 
quemaron la sabiduría, y se la quedaron esos pocos que querían ser como Dios.
Saberes universales, cuánticos y de riqueza
no sirvieron para salvar, solo para hacer sirvientes serviciales, 
limpiando zapatos y asfaltando caminos
que solo podrían conducir a la mitad de la vida, 
y que se quedarían sin combustible por lo rápido que quema la codicia. 
Quien diría que la enfermedad de la modernidad
sería la bendición de los Dioses, 
un mundo sin brujas es un barco pirata y rico sin rumbo, 
Quien contaría a las paredes inamovibles de las cuevas, 
que nos mataría eso mismo que nos hizo crecer. 
Nadie escribirá lo que estaba sucediendo, porque el poder 
de los poderosos era quedarse con la llena consciencia del presente. 
El mismo poder que nos hizo personas, 
se encerró en la oculta caja de pandora, 
como una inefable enfermedad que en realidad era la única capaz de salvar. 
¿Quién será el capaz de defraudar lo que se espera en sociedad?
Ese con coste no comprable, cuyos cambios son lo único que espera, 
"¡Que desfachatez gozar del patrocinio del heroísmo!"
¿Acaso no es lo mismo gobernar el mundo sin ser ni humano
ni divinidad?
Pero como un manto negro iluminado por la luna vacía, 
vendrán tiempos donde la conexión universal será omnipresente
unos tiempos más oscuros que la Edad Oscura, 
unos tiempos en que incluso la fuerza imperecedera 
se debilitará hasta el vacío más profundo. 
En aquel lugar, Luzbel y Belcebú se alimentarán,
ya lo hacen, 
y solo esas almas ígneas tomarán la fuerza que fue despojada.
El enigma será robar los espejos a la gente que se observa, 
para otorgarlos a los que no se han mirado nunca. 
Ya lo decían antes que los Dioses, 
y después, 
¿Cuantas veces se ha predicho la ciclicidad?
Es el secreto de la mujer, y la verdad de la realidad. 
Es el orden,
y el desorden, 
Es el ruido antes de la explosión, 
y el silencio de después.
Basta ya de revestimientos, capas y cáscaras, 
tapas, llaves y misterios, 
basta ya de esconderse en medio del gentío
como modernidad cubierta de oro, rodeada de oro,
con interior de arañas, telarañas, polvo y hedor.
Ya lo decían las sabias de las montañas, las viejas de las tribus, 
que la linealidad solo sale de los lápices y los pinceles, 
y que hasta la Tierra era circular.

Y dejo como testiga la Luna, que sabe todos mis secretos y caras, y toda la historia de las piedras de río.


Kintsukuroi

El mundo es un lugar precioso para vivir. Pero hoy, al hablar con ella, todo lo malo me ha aspirado en un huracán haciendome prisionera. Hoy sé que la lucha ha de ser incesable para no caerme. Lucha contra eso dentro de mi que no es mío, lucha contra lo que quieren poner en mí, lucha contra aquello que quieren hacerme ser. 
No.
No me rindo. Porque sé que puedo, y cuando lo logre (que ya lo estoy logrando), todo lo hermoso será visto por mi, todo el amor rebosará fuera y dentro de mi persona. Y sé que la lucha es hermosa; contra ti, aunque me menosprecies por luchar; contra ti, aunque me intentes hacer creer que luchar es para gente perdida. Contra ti. 
Y poco a poco me doy cuenta de que luchar contra ti no cambiará nada. Porque tus palabras siguen llegando a mi corazón hundiéndose y doliéndome. Y te lo digo, pero tú no escuchas, no cambias nada, y te quejas, solo te quejas, e intentas moldearme. 
Que sepas que soy inmoldeable. 
Pero tengo un límite. Y he llegado.
Y no sé que hacer. ¿Como paro los pies? ¿Qué hago?
Hay eso en mi: algo herido, algo roto que reflejo en ellos. Pero cuando miro en el espejo de los demás para verme, no lo sé interpretar.
Solo necesito ser yo sin miedo de serlo.



Calor càlido

Me acabo de asustar de lo que he sentido al escribir. Algo tan intenso, tan poderoso y tan firme que he tenido que borrar la primera palabra que había escrito. No sé lo que he pensado, solo sé lo que he sentido. Algo que des de hace muchísimo tiempo no sentía por miedo.

🎈

¿Porque es tan maravilloso escribir?
Porque es algo que transciende la consciencia humana. 
    El significado de ciertas palabras escritas se filtran como humo imantado a tu corazón por todas las grietas y puertas de tu alma. Lees una primera frase con atención y reavivas eso que había estado dormido: tu capacidad de crear un mundo, un mundo que muchas veces no tiene nada que ver con el autor que ha escrito lo que estás leyendo.

    Ayer, hablando con un amigo, después de ver una película en el cine, hablamos de la película del corredor del laberinto —la tercera—. Yo le dije que la primera película se saltaba de manera exagerada muchos detalles para mi muy importantes en la historia, y que me parecía algo fatal. 
    No sé cómo, pero acabamos hablando de que cada uno se imagina de manera muy diferente entre sí lo que lee. 
   Me quedé horrorizada al oír eso. Pensé que era un horror ser escritor y que tus lectores, en sus cabezas, moldearan a su manera los detalles "no muy importantes". Pero luego pensé que la magia de este arte es éste: la variedad de maneras en las que se puede crear, imaginar, observar. La mágia de solo poner las palabras y que los demás sean aquellos que realmente hacen el trabajo final: hacer brotar la flor de la semilla, darle vida a la historia.

Capa brillante, polvo de estrellas

Se sentía atorada. Llena de cosas por hacer y de cosas que pensar.

Me siento en la terraza y observo mi alrededor.
De noche la oscuridad me estrecha, me mata en el interior de su abrazo.
El paisaje esta encendido por luces cítricas que relucen en la longitud del universo.
Algunas son muy débiles, otras son muy fuertes;
Mis pensamientos tapan lo que eso me transmite:
no sé si soledad o euforia.

Los ruidos se balancean con el viento,
transportándose de sur a norte; adentrándose en la ciudad.
La luna esta empezando a emerger,
la veo, escondida entre los edificios,
circular y grandiosa.

Más a la izquierda, las nubes se iluminan por relámpagos;
sombras iluminadas:
No entiendo lo que pasa en mi; pienso inquieta en lo próximo que sucederá.
Los pensamientos no hacen cola para aparecer,
aparecen sin orden ni pausa temporal.
La gente no me entiende.
Solo ven alguien sin camino, yo me pierdo entre ellos al ver que no me entienden.
Me da miedo no ser entendida, miedo me da serlo.
La noche me acapara; la oscuridad se adentra en mi,
me intoxica con ideas infames, he vuelto a caer en ti.

Ruido tóxico herido, la voluntad es mucho mayor que tú.

Me acerco a ti. Me alejo de ti.
Me alejo de mi; me acerco a mi.
El tiempo sigue corriendo,
ni por ti ni por mi parará,
eso es lo hermoso de la vida.
El silencio que me deja adormecida, y que lento,
se torna en mi homicida.

James R Eads

Astros mojados


Odio cuando empiezo a creer otra vez esa negatividad mía tan interior y anteriormente tan bien cuidada. Cuando esa presión en el pecho y ese nudo en el estómago me hacen un tapón al positivismo y rechazan el oxígeno. Además odio saber que estoy cansado de luchar diariamente contra esa flor negra que aveces riego y me intoxica la mente, odio que de golpe no sepa nada de nada y me sumerja a la incertidumbre de la mala oscuridad, de esa que te envuelve y te atrapa. Odio salir dudoso de todos los sitios, odio ser superficial por miedo. Odio querer amar y no saber como hacerlo. No me gusta la sensación de impotencia que me crean mis pensamientos al no saber como ahuyentarlos. Me incomoda amar y al día siguiente no atreverme a hacerlo. No por la rotura de confianza que tú has provocado, si no lo que ha desencadenado: un blanco pensamiento seguido de flechas de humo que ennegrecen todo eso en lo que alguna vez había creído. Cuando hablo de cualquier tipo de amor este me suena lejano, irreconocible. Cuando hablo de casa pienso en lo que me da la música, no en lugares, no en ti. Tú me diste casa, pero luego me enseñaste que no era nada más que arena polvorosa. Que fácil seria todo si pasara de nada y borrara el algo. Pero no. ¿Que necesito para ser feliz? ¿Flores? ¿Personas? ¿Porque cuesta tanto quitar el velo oscuro que nos ciega de nosotros mismos? ¿Porque huimos de lo que nos aterra? ¿Y porque nos aterra eso?

Dime cómo pintas el agua

Dime qué puedo contarte. Dime que sea cual sea la respuesta que te dé seguirás. Pregúntame lo que quieras y yo te explicaré porqué. Te explicaré la voluptuosidad que siento cunado camino debajo de un crepúsculo que sumerge la ciudad en un océano naranja, amarillo, rosa y azul. Te explicaré lo fuerte que me siento cuándo el viento me intenta tumbar y no puede. Te contaré las veces que me he caído y me he quedado admirando y tocando el suelo y te las numeraré sin dedo alguno. Te volveré a explicar lo que la noche hace a mi mente. Pero sin duda, te explicaré como me siento cuando estoy a tu lado. Y te diré que eso no es suficiente para ti, porque ni siquiera me escuchas, porque necesitas algo que nadie te puede dar y que solo puedes encontrar si cierras los ojos y te miras. Y hace miedo. Todo lo bueno empieza siempre con un cofre rebosante de un humo negro llamado pánico. 


Acero y veneno

Una vez le contaron una historia sobre un universo paralelo, con un sistema solar paralelo; con un mundo humano diferente. Ese mundo había fracasado. Esos humanos habían fracasado. No supieron entenderse ellos mismos individualmente, por lo tanto no supieron relacionarse socialmente. Al principio del razonamiento humano, hablando de cuándo el arte tendría que haber empezado y el planteamiento de la vida también, guardaron lo que les hacía personas en cajas. Eran las cajas más bonitas del mundo, eran las cajas que merecían tener lo que contenían, eran cajas fuertes, cajas seguras, eran invencibles. Solo las podían manipular sus dueños; ese era el peligro. Allí metían todo lo que escapaba de su comprensión, todo aquello que les pudiera provocar miedo, todo aquello que no reconocían, todo aquello que no aceptaban.
    Esos seres dejaron de ser humanos, dejaron de sentir y por lo tanto dejaron de sobrevivir. Y sin darse cuenta fueron desapareciendo de lo vivo.
    Esas cajas se guardaban con los cadáveres de sus antiguos dueños, al morir, toda su esencia quedaba allí atrapada, todo lo que brillaba de la persona, todo lo que les hacía humanos restaba allí como había hecho durante el tiempo de vida de esos seres.
    No obstante, esa raza no se extinguió; se dividió. No era una división estricta, ya que había gente gris que se renovaba a humano, y gente humana que se rendía y se convertía en algo que no era, utilizando así la caja. En la Tierra, hay gente que se enfrenta a todo lo que existe, sabiendo que al superándolo serán aún más fuertes, divertiendose a cada reto y abriéndose a todo lo nuevo; disfrutando de los caminos desconocidos y riéndose de lo que puedan. Y otro tipo de personas que lo que hacen es pulsar el botón de automático y se dejan llevar por la corriente, porque eso es lo fácil, es lo normal, es lo que hace todo el mundo.
    Cuando no notas nada sabes que estás muerto, cuándo no piensas y te dejas llevar estas muerto sin ser consciente. La Tierra es un mundo de mentiras, el Otro es un mundo de realidades frías, pero aún así, verdades. 
    No es de esperar que exista otra raza de “humanos”; esos que pueden controlarse. Esos que saben que es necesario todo lo que sentimos, algo tan agrio como el miedo y la tristeza. Porque sin eso no haríamos la mitad de cosas de las que hacemos y no seríamos quienes en realidad estamos destinados a ser.


Un árbol desplumado y un pájaro pelado

Naces. Creces. Te encuentras en un conflicto personal. Lo superas. O no lo superas. O no te das cuenta siquiera de que esa discusión ha brotado entre tu alma y tu mente. De todas maneras, es difícil no darse cuenta. Cuando todo tu tú esta en constante ajetreo y tambaleo, la vida que llevabas hasta ahora se desequilibra. Tu mente esta en constante contacto con el exterior y el interior, cuando este intermediario recibe mensajes contradictorios llega un momento que explota. E aquí la sociedad en la que vivimos. Una sociedad dónde la gente, para ahorrarse ese tiempo de discusión interior, deja de escuchar su alma. Una sociedad que al estar desconectada de sí misma es fácil de manipular. Hay gente que llena sus vacíos comprando ropa, otra que llena sus vacíos con gente... Intentando siempre que su agujero negro, sentido o no sentido, consciente o inconscientemente, se arregle solo con la simple varita de la esperanza.




Me gustaría perderme en un bosque oscuro, dónde la luna acechara toda la noche y el sol se quedara en el horizonte durante el día, presenciando como el viento mueve las hojas de manera delicada. Dónde de los árboles más altos y gruesos cayeran hilos de ramas finas que se embarullan entre ellas. Dónde el cielo pareciera un edredón lóbrego que se desprende del espacio y cae a la Tierra. Dónde el aire del bosque estuviera cargado por una canción muda. Dónde los animales durmieran y se despertaran para observarte desde lo alto de algún tronco o desde lo bajo de algún nido escondido. 


Sopa de estrellas

Lo que pasa en tu interior cuando te despojas de esa coraza, que lo único que hace es almacenar mugre en su interior, es algo mucho más profundo e intenso que el despertar de cualquier terror arraigado. Es como si un universo colisionara con otro y como consecuencia se provocara una explosión descomunal. Te sientes libre. Te sientes tú. Sientes quién eres, y a partir de ese punto todo da un vuelco inmenso. Y lloras, o casi, porque nunca te habías sentido así de bien; cómodo contigo. Eso pasa cuándo dejas de intentar ser y pasas a ser.


 

Un tango sin pareja

Estaba en alguna calle perdida de mi ciudad; era amplia, y a la vez vacía. No había un solo coche acelerando por el asfalto, ni siquiera aparcado. En los edificios, bajos, ninguna luz estaba encendida. Lo único que mostraba que el tiempo seguía corriendo eran las plantas que rompían los cementos de los bloques y el suelo, y la brisa que bufaba cuando quería haciendo que se movieran.
     Encendí el cigarrillo, le dí una calada, y me apoyé en esa pared gastada. Sentía que mi alma se apartaba de mi cuerpo para irse a llorar sin que yo la consolara. Mi mente se reía de ella, se burlaba. La engañaba y la reducía para que no tuviera fuerza. La mente era la comandante, la que actuaba sin pensar y la que anulaba todo lo que salía del sentir. La otra se hacía una bola que cada vez tenía menos brillo; chillaba sin voz y hablaba sin palabras. La mente, ida, empezaba a creerse que ella era el alma, escapando de cualquier realidad real y cualquier sentimiento sentido. Cada vez pensaba más y menos nítido, cada vez recordaba menos y fallecía más. 
    Hasta que me dejé ir. 
    Hasta que dejé de escuchar a mi mente.
    Hasta que empecé a sentir a mi alma. 
    Entonces empecé a entender, y caí en una tormenta de emociones.



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